Mi padre me regaló cuando yo tenía 4 años una colección de libros sobre edificios famosos en el mundo. Aprendí a leer a esa edad, y a mi papá le pareció que esos libros, que tenían además muchas imágenes, me ayudarían a aprender más rápido.
Uno de los libros, el que sería mi favorito que cambiaria mi vida, era sobre el Palacio de Versalles. El impacto de lo que vi y leí en ese libro sigue vigente en mí. Las imágenes del edificio, su mobiliario, su decoración, su historia, y la personalidad y carisma de quien lo creo, Luis XIV, me hicieron un verdadero fan de las artes decorativas, la arquitectura y la idea de mecenazgo.
Luis XIV (1638-1715) hizo de la gloria de Francia y de su propia gloria una sola cosa. Su visión de una Francia creativa, poderosa, sensible y elegante se reflejo en muchas de sus acciones de gobierno. Antes de Luis XIV, quien es mejor conocido como el Rey Sol, Italia era quien marcaba el paso de las artes. Desde arquitectura, hasta pintura, pasando por gastronomía, escultura, ebanistería y orfebrería, Luis XIV hizo de la gloria de Francia su gloria propia impulsando la creación de instituciones y academias, patrocinando a artistas y literatos, creando un ambicioso programa de obra pública y usando sus propios palacios como “showrooms” de la excelencia francesa en todos los terrenos.
Hace algunos años, y en ocasión de aniversario 300 de la muerte de Luis XIV en diario The New York Times publicó un artículo en el que celebraba al Rey Solo refiriéndose a él como “el tirano del estilo que sigue fresco y rozagante aun después de 300 años de haber muerto”.
Así fue el inicio de mi pasión por el arte, la belleza y las antigüedades. He coleccionado objetos de la época de Luis XIV, desde mobiliario, hasta gobelinos y medallas. Encuentro que el estilo Luis XIV es rico y exuberante. Pleno de formas y usando los más finos materiales. Plata, bronce dorado y cincelado, mármoles y piedras duras, marfil y cristal de roca, gemas y piedras semipreciosas, ébano y caoba, son algunos de los materiales que en manos de ebanistas, orfebres, arquitectos y escultores se convirtieron en portentos de la belleza, de la riqueza y de la gracia y elegancia de la época denominada por Voltaire “El Siglo de Luis”.